viernes, 19 de diciembre de 2014

Kairós

La Tribuna de Toledo, 19 diciembre 2014
Foto: encastillalamancha.es

Hace unas semanas escribía en este mismo espacio sobre lo complicado que es reintroducir el lince en los Montes sin modificar un ápice la actual gestión del territorio, la misma que lo ha llevado casi a la extinción no sólo en lo que ahora se llama Castilla-La mancha, sino en la península Ibérica, el único espacio físico del mundo donde habita. Kairós, lince reproducido en cautividad y liberado en julio pasado en Villamanrique (Ciudad Real), murió terriblemente en un lazo de los muchos que llenan legal (permítaseme el eufemismo) e ilegalmente el monte. Ya han muerto tres de los ocho liberados, Kenitra por un disparo y Kala no se sabe a ciencia cierta –al menos públicamente– por qué causa.

En Castilla-La Mancha no es que ya ni siquiera se modifique la gestión del territorio para eliminar los condicionantes que han llevado al lince ibérico casi a su extinción, sino que las políticas de conservación quedan completamente supeditadas al lobby de la caza, vendido desde el poder como fuente de desarrollo local, pero que cualquiera que conozca los desiertos demográficos de esta región, sabe que es uno de los verdaderos causantes del empobrecimiento y el abandono rural. Soltamos linces como quien envía barcos de papel a la tempestad del océano. Y los linces se nos mueren, envenenados, a disparos, en lazos… Mientras no cambie la visión, la conservación sea prioritaria, y se eliminen de raíz los condicionantes negativos, el lince seguirá siendo un mero escaparate publicitario, y un goteo de muertes.

Kairós murió en un lazo. Como tantos otras tantas "alimañas" en el monte. Estoy cansado y asqueado de ver bichos en el monte enganchados en lazos, por el cuello, por una pata… que han agonizado lentamente, que finalmente han muerto de una de las maneras más salvajes que podamos concebir. Querer tener linces y aprobar una ley de caza anacrónica que supedita la conservación de la naturaleza, es lo que tiene. Sigamos soltando linces en el monte: tenemos magníficos criaderos, y el negocio ligado a los Lifes de la Unión Europea (¿Cuántos cientos de miles de euros nos cuesta cada lince “accidentalmente” disparado en una montería, o asfixiado en un lazo?). Y sigamos permitiendo que la caza tenga derecho de pernada en el monte. Lo único que conseguiremos serán estas imágenes. Mientras, que los políticos se hagan fotos soltando linces endomingados como para una montería de nuevos ricos. Linces sentenciados. Da lo mismo. Es la propaganda y el negocio. Y todos tan contentos. La conservación basta con que se quede en "intento".

Creo que ha llegado el momento de parar. Ni un solo lince más enviado al matadero. Si hay excedente en las granjas/criaderos de linces, que se pare el negocio. Es fundamental antes conseguir un modelo de gestión del territorio acorde con la conservación y el siglo XXI. Pero éste es un país de fachada e inercias. Y políticamente qué vamos a contar especialmente en Castilla-La Mancha. Por desgracia Kairós no será el último.
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viernes, 12 de diciembre de 2014

La ciudadela de las salamanquesas

Ayer no me dio tiempo a escribir la columna semanal para La Tribuna de Toledo/Talavera. Pero para no perder la costumbre y porque el cuerpo me lo pedía, de noche escribí esto. Aquí lo dejo.



Sé que es tiempo de cosas serias. Que el siglo anda entretenido y que los problemas tienden a ocupar todos los espacios, como las nubes se apoderan de los cielos en cuanto aparecen por poniente. Pero hoy no. Sólo voy a contar una historia. Una pequeña historia, que al final es mi historia, porque es en lo que ando entretenido estos días, y el mundo es tan grande como somos capaces de enviar a viajar los sentidos. 

Recojo y ordeno papeles. Ordeno, rompo, tiro y dejo espacio a más papeles que seguro vendrán. El caso es que todo anda -o andaba- revuelto, con cajas bajo los enebros, apiladas desde hace años; otras resguardadas en una caseta, a sesenta grados al sol del verano, y bajo cero en las noches de enero. Es curioso el carácter selectivo de los insectos y las animalías que salen de la tierra y tienen querencia al papel. Tienen predilección por los apuntes de historia de la arquitectura, geometría descriptiva o construcción I, asignaturas de volúmenes, cuerpos ciertos y grávidos. En cambio, al lado, caja con caja, desdeñan los apuntes del álgebra, cálculo diferencial, y por curiosidades del espacio y del destino, no osan tocar tampoco las actas de las sesiones de la comisión del trasvase Tajo-Segura. Vaya usted a saber qué curiosas y venenosas radiaciones emiten las integrales triples, las matrices y los espacios inalcanzables de R4; y por encima de todo, esas juntas de filibusteros que trafican con el Tajo en cada trasvase, que no toca ni una lombriz, ni los gusanos que se comen y perforan las proporciones de Vitrubio, las cúpulas de Brunelleschi o las líneas limpias de Wright. Los folios e informes de la junta de explotación se mantienen como el primer día, hace década y media... mientras que la arquitectura ya es tierra, y duerme en lo profundo, vuelta a más allá de los cimientos.

En la caseta duermen, entre papeles y libros, arañas y avisperos de invierno, vacíos, de un papel más ligero y dibujado. En un costado se apilan libros antiguos, de Maestría, de estructuras y las viejas normas tecnológicas de los setenta. Fue los últimos que moví ayer. Al hacerlo salió lenta y fría una pequeña salamanquesa. La cogí y me la llevé a la casa, a la pared donde da el sol de mediodía. La dejé con cuidado, y la fui empujando para que se acercara a una pequeña grieta. Ahí la dejé, esperando que cogiera algo de calor y se refugiara. Volví a la caseta y volví a mover los libros donde la encontré. Y salió otra de la misma quinta. Al ir a cogerla vi otra más grande, sujeta a la chapa de la caseta, al calor del mediodía. Dejé los libros y me fijé. Entre las normas básicas de la edificación y los libros del 11 de delineación, dos grandes salamanquesas me observaban, preguntándose -o preguntándome- si las iba a quitar su cómoda guarida; y qué había hecho con la pequeña de la familia...

Así que no me quedó otra. Fui a mi casa y como pude rescaté a la pequeña salamanquesa que con el sol de mediodía había cargado las pilas y corría pared arriba que se las pelaba. La dejé en su pared de chapa, con la familia. Y respecto a los libros, allí se quedaron, refugio de invierno, como un cerro testigo que esta vez se salvó de la quema. La ciudadela de las salamanquesas.

Ahí terminó la historia. Hasta esta noche. Vaciaba el maletero del coche de los últimos papeles, informes y libros. En el último de muchos, al abrirlo para deshojarlo, salta otra pequeña salamanquesa. Fría y lenta. La he cogido y la he guardado en una caja de viejas tarjetas mías de visita, que han ido con el resto del cargamento de papel al contenedor de reciclado. Y me la he traído a casa. Mañana la dejaré con su familia en la caseta, en la ciudadela de papel de las salamanquesas. Hace un rato mi hija la ha soltado, y con el calor de la calefacción corría y huía como si fuera una noche de junio.

Sé que es tiempo de cosas serias. Pero esta es mi historia. Sólo una pequeña historia. La mía.
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viernes, 5 de diciembre de 2014

Veto al Tajo

La Tribuna de Toledo, 5 diciembre 2014

Acuarela de Edgar T.A. Wigram. Northern Spain, 1906.

El pasado martes dos de diciembre, el Comité de Peticiones del Parlamento Europeo dio audiencia a los representantes del delta del Ebro, e incluso invitó a los del alto Guadiana. Pero los del Tajo fuimos vetados. El motivo: el Partido Popular no quiere que se hable del Tajo, ni en Toledo ni en Talavera de la Reina, ni en Castilla-La Mancha, ni en España y ni mucho menos en Bruselas. Por tanto, pese a que la petición al parlamento realizada conjuntamente por la Plataforma en defensa de los ríos Tajo y Alberche de Talavera de la Reina, e Izquierda Unida de Castilla-La Mancha, tiene un número de entrada y tramitación muy anterior a las del Guadiana y Ebro, nos quedamos fuera, pese a los reiterados intentos de que se nos incluyera en el orden del día por parte de las eurodiputadas de Izquierda Unida. Nada.

Si usted analiza lo que los políticos y medios oficialistas cuentan del Tajo, comprobará que quitando la engañifa de playa de cartón piedra que nos perpetran en Talavera, nada más se habla del Tajo. Nada se dice, por ejemplo, de que mientras que la media nacional de llenado de los embalses se encuentra cerca del 70%, la cabecera sólo al 22%; o que ahora mismo se está trasvasando en una semana lo que consumen Toledo o Talavera en un año y medio. O que el año hidrológico pasado fue el que más se trasvasó desde el año 2000, cerca de 500 hectómetros cúbicos (el equivalente al consumo de casi toda la Comunidad de Madrid), el 65% de lo que entró en cabecera, lo que permitió aumentar la superficie cultivada en Murcia hasta un 120% de la media, propiciando lo que ya denominan “burbuja del regadío”; o que el Tajo se encuentra en nivel de Alerta, que casi sólo queda cieno en Entrepeñas y Buendía.

La información oficialista se amolda a lo que quieren el gobierno de Cospedal y los intereses del trasvase, muy bien defendidos por la consejera de Fomento, Cañete y Valcárcel, estos dos cómodamente ubicados en Bruselas y vigilando los negocios de los amigos, tanto en agua como en otros asuntos donde son y serán muy útiles. Mientras, las fotos aéreas de Entrepeñas y Buendía muestran dos charcos; y el Tajo pasa por esta provincia convertido en una cloaca, y sin tener garantizada en cabecera recursos para los caudales legales –no ecológicos, que no existen– el próximo verano.

En estas, la orden taxativa es enterrar el Tajo. Que no se hable de él, y que la chapuza consecutiva de remiendos (plan de cuenca, memorándum de la ley de impacto ambiental, y decreto del Tajo-Segura), no se aireen ni se hagan públicos en Bruselas, porque nos pasamos por el forro directivas para aburrir. Y en estas, sacamos a toda prisa un nuevo plan del Tajo en la primavera de 2015 que deje atado y bien atado la gestión del río subordinada al Tajo-Segura, y el que venga después de las elecciones tendrá que apechugar con ello hasta 2021.

Esos son los planes y los motivos de la censura y la ley del silencio sobre el Tajo dictada aquí y en Bruselas. Ahora que nos vendan playas con ducha y sin agua en el río. Es para lo que sirven.
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El lince y los Montes

La Tribuna de Toledo, 27 noviembre 2014



Hacerse fotos soltando linces es una cosa, muy fotogénica, que queda bien para dar un barniz conservador –ambientalmente hablando, claro– a una más que gris gestión política en lo que llevamos de legislatura; y aplicar las medidas de manejo del medio natural que hagan posible su pervivencia a medio y largo plazo, otra cosa muy distinta. Porque los linces no se han extinguido o rarificado al extremo en su medio natural, como los Montes, por capricho, sino por una gestión del territorio incompatible con el superpredador. Estamos ante una política de imagen, más que de profundidad, que denota sólo querer agarrar esa imagen, sacarla rendimiento, y si te he visto no me acuerdo.

La extinción del lince a partir de los años cincuenta del pasado siglo, donde era fácil encontrarlo en los berrocales de Talavera o casi a las puertas de Toledo, se agudiza por la modificación de su hábitat, y la disminución del conejo por la mixomatosis y le neumonía hemorrágico-vírica. A partir de los años sesenta la población rural comienza su éxodo hacia las periferias de las grandes ciudades del interior y la costa, quedando abandonadas grandes extensiones de monte rozado, cultivos que pronto son tomados por jarales y espesuras, desplazando a conejos y presas de caza menor, y siendo sustituidas por ciervos y jabalíes. Este desequilibrio se remata con la casi desaparición del conejo, parte fundamental de la dieta del lince, a partir de los setenta. El resto de la historia es conocida: el lince al borde de la extinción.

Soltar linces en un ecosistema hostil, con una capacidad de carga muy limitada, y donde al caza determina la gestión del territorio, es un error. No pueden esperar a los linces de Mazarambroz 3.000 lazos como denunció ayer Ecologistas en Acción, y una ley de caza autonómica, parida por este gobierno, de las más permisivas y complacientes con el uso del medio natral casi en exclusiva por el colectivo cazador. Ahora las fotos con los linces, pero antes el DOCM para vender montes públicos y para complacer al lobby de la caza. Aquí ya no se engaña a nadie.

Corremos el riesgo de soltar linces como se sueltan perdices de granja antes del ojeo. Perdices/linces que sabemos que van al matadero sin demasiada pelea, pero que dan en cámara o ante el cazador italiano que se ha dejado los cuartos. Y más, en el caso del lince, donde hay Lifes e historias con mucho dinero para mantener la cría en cautividad y las sueltas tan fotogénicas.

Pero repito: si no se modifica la gestión del territorio a gran escala en los Montes, el lince tiene muy difícil porvenir. Es precisa una política de altura y visión que entienda y que anteponga el interés general al particular. Crear un gran parque nacional en los Montes de Toledo, Talavera y Ciudad Real, y reintroducir ya el lobo ibérico para limitar la carga de ungulados, sería el primer paso. Y una gestión agrícola acorde con una PAC más ambientalista. Así sí volvería el lince. Pero para eso hace falta lo que no hay.
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