viernes, 26 de octubre de 2012

La ética y Vascos

La Tribuna de Talavera, 26 octubre 2012

La Diputación de Toledo lleva cierto tiempo moviendo entre –al menos– determinados grupos conservacionistas, un proyecto para hacer accesible la ciudad de Vascos exclusivamente desde el propio cañón del Huso, sobre el que se ubica la ciudad hispanomusulmana. Ahora, las reticencias de la propiedad impiden el libre acceso a uno de los yacimientos arqueológicos más importantes e impresionantes de la Península. Pero con esta «solución», se accedería desde el Tajo por el horcajo del Huso, remontando éste, con «guías» especializados de algunos de los propios colectivos aquiescentes. No habría accesos rodados por la finca, con lo que la propiedad no sufriría «molestias», y el acceso se canalizaría por el río. Esta opción, no demasiado mal acogida por los colectivos conservacionistas, implicaría impactar de lleno en una Zona de Especial Protección para las Aves, en un Lugar de Interés Comunitario, además de dos Áreas Críticas (Cigüeña negra y Águila-Azor perdicera) perfectamente delimitadas por parte del Gobierno regional. El sitio es tan «crítico» que hasta ahora las visitas a Vascos se restringían a unas fechas muy, muy limitadas, y eso desde tierra. Ahora parece que no importa tocar los huevos literalmente a las especies de aves en peligro de extinción que anidan en el cañón del Huso.

Vascos debería ser hace mucho tiempo parque arqueológico. No estoy escribiendo nada en contra. Al revés. Pero no es admisible que se ofrezca como única salida entrar por el Huso. Y que esta salida/entrada se dé por aceptable por grupos conservacionistas locales, regionales y nacionales. Cuando la ética tiene precio, ya entramos en un territorio difícilmente asible y mensurable. Espero que éste no sea el caso y que al final se imponga la cordura. Y si no ahí están la Junta, Bruselas y los tribunales. Sí, entiendo que al leer esto piensen que cierta esquizofrenia campea por ésta nuestra jodida tierra. Y es cierto. El kafkianismo imperante es lo que tiene. Vascos parque arqueológico, acceso desde la carretera y por camino; centro de interpretación, aula de la naturaleza, y lo que sea. Que haya para todos, especialmente para los profesionales del medio ambiente. Pero no por el Huso. Porque empezamos por dar por bueno que Madrid se lleve el Alberche o que se alicate La Portiña, nos vamos creyendo que todo el campo es orégano, y terminamos convirtiendo el río Huso en una romería. Y lo triste es que esto, al final, siempre acaba siendo como amargamente repite Ángel Monterrubio, Fort apache, donde los de dentro del fuerte al final son más dañinos y peligrosos que los propios indios.
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viernes, 19 de octubre de 2012

Nubes protectoras

La Tribuna de Talavera, 19 octubre 2012

A lo lejos pasan las nubes bajas y lentas. Mi lejanía esta tarde son las diez leguas allá al norte, donde no llueve pero las nubes encallan en los valles de la sierra de San Vicente, nubes grandes, espesas, grises, enormemente protectoras sobre las cicatrices de ceniza. Llueve poco, algunos charcos en la ciudad, las aceras mojadas, la gente pasa con paraguas, las luces de los coches ya encendidas, otoño de hojas verdes, tibio. Poca luz, sólo arriba, entre las nubes que pasan. Cielo sin grullas, cormoranes sobre el Tajo, petirrojos emboscados en las ramas bajeras de las calles tristes de esta ciudad de desguace. No. Tarde de lejanías, allí, en la distancia, anclada en las nubes que pasan y pasan. No merece la pena detenerse en las luces que surfean charcos raquíticos. Hay que tomar las calles, porque es lo que nos queda, el derrumbe de los escaparates tristes, de los maniquíes abandonados y polvorientos como aquella Penélope de Serrat. Pero no. Hay una distancia imposible de contar. En el ordenador pongo las entrevistas antiguas del archivo de la televisión pública, en blanco y negro, lentas, enteras y básicas. Pasan las horas entre las pausas de Onetti y los cigarros y los sorbos del vaso de whisky. Rulfo masculla las palabras como un polvo espeso de años y años. Aleixandre sigue anclado en la infancia, ese único lugar del hombre sobre el que se levanta una y otra vez, año tras año con el cemento del desencanto. Delibes habla como un paisaje perfecto de lomas, alcores y desgalgaderos de esa Castilla que sobrevive ahí afuera, ahora verde de octubre, en las suertes y los surcos eternos, barbechos marrones de Ferlosio en el Alfanhuí, timido y siempre descolocado.

Y pasan las horas, y las nubes, y las palabras y los silencios de otro tiempo, ya imposibles e inimaginables. Sólo va quedando la distancia. El no ahora. Diálogos largos, mirada en la lejanía, en la duda, en el tal vez, en esa nube atracada sobre el Marrupejo, en esa palabra de Onetti o de Cortázar prendida en un paisaje estéril de cenizas, de nubes protectoras capaces de cicatrizar, de acunar la sierra, la distancia, la vida.
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viernes, 12 de octubre de 2012

Vamos aviados

La Tribuna de Talavera, 12 octubre 2012

Nada nuevo bajo el sol con la aprobación el pasado miércoles por parte del Ministerio de Agricultura de un nuevo trasvase al Segura. Es lo mismo que llevo viendo los últimos 15 años, desde que se dio por válida (incluido el gobierno de Castilla-La mancha) la Regla de explotación, un documento elaborado ex profeso para el saqueo del Tajo, sin entidad legal, pero que ha venido siendo tanto el agarradero de los trasvasistas como el parapeto de los gobiernos autonómicos de Castilla-La Mancha, que sabían que el juego era protestar para que los tribunales luego le pararan los pies. Todos contentos: aquí y los colegas de Murcia. Se ha ladrado mucho, pero se ha mordido poco. Ahora el gobierno regional no ladra, y espero que sí muerda. Entiendo que su planteamiento sea cambiar las reglas del juego, porque con las actuales las cartas están más que marcadas. En un mes veremos si ha logrado el objetivo fijado por la presidenta María Dolores de Cospedal en lo relativo a caudales y reservas para Talavera de la Reina, tanto en el Tajo como en el Alberche. No dudo de que la Presidenta cumpla su palabra y su compromiso con Talavera. En unos días veremos en qué ha quedado el duelo al sol con el Ministerio.

Lo que resulta incomprensible es el comportamiento del Ayuntamiento de Talavera de la Reina. A estas alturas de la película debería tener las ideas claras, y, por ejemplo, saber que el trasvase aprobado esta semana implica que lo que se van a llevar son las «reservas» de los regantes del Canal Bajo del Alberche en la cabecera. Es decir: esta primavera, si Madrid se sigue llevando toda el agua del Alberche, no habrá siquiera la posibilidad de regar con el Tajo, porque el agua estará en Murcia. O saber ya qué caudales demanda para Talavera; y para el Alberche, para que podamos beber algo que no sea lodo y los regantes estén respaldados por el Ayuntamiento. Pero nada. Es lo que tiene ser más papista que el Papa, no saber dónde se está, si con el gobierno de Madrid, si con el de Castilla-La Mancha, o con la milonga del «agua en calidad y cantidad para todos». Es muy preocupante. Como no saber qué hacer con el proyecto de adecuación del río que en su día presentó la Plataforma, y en el que el Ayuntamiento ya se ha gastado unas decenas de miles de euros. Ahora no toca, no hay dinero para invertir en Talavera. ¿Y cuándo le toca a Talavera de la Reina? Respuesta: nunca. Las cosas hay que pelearlas, señor alcalde. ¿O hacemos como en los últimos 25 años y nos quedamos, como siempre, a dos velas? Si todos los «intereses» de Talavera de la Reina se están moviendo desde el Ayuntamiento con la misma miopía que el del agua, apaga y vámonos. Es para temblar. Lo digo con tanta tristeza como desolación. Vamos aviados.
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viernes, 5 de octubre de 2012

Tiempo de miedo

La Tribuna de Talavera, 5 octubre 2012

Observo al águila real cazando sobre los barbechos resecos de Burujón. A ras de suelo, en el regato, tras el conejo. Más lejos las avutardas, alineadas en su otero delante del castillo de Barcience. El águila sube y baja, joven, inexperto, ajeno a la vida. La vida tiene tres planos, el primero, delante de las narices; el segundo, la media distancia; y, el tercero, las profundidades de lo lejano. En este tiempo de miedo que cruzamos todo se queda muy cerca, en la distancia corta, en la humedad que sube por las costuras de la vida que se nos va resecando como los higos en la troje. Ahora, en estos tiempos, es cuando hay que recurrir a la distancia larga, rogar al cielo para que los días sean claros, que las nieblas se las lleve el viento del Océano, y que al levantar la mirada siempre te quede esa lejanía donde todo es azul y perfecto.

Vivimos los tiempos del miedo: miedo a hablar, a opinar, a salirse del redil que marca la crisis que más que económica siempre ha sido de valores. Cuando la carcoma se come la estructura de un edificio, lo derribas y lo levantas de nuevo, a veces ni siquiera es menester respetar la fachada. De eso en Talavera sabemos mucho. España es un país de calles estrechas, de pocas luces, de ventanucos como los que se describen desde el XV para acá en los desalientos de los escritores que han dibujado a la España eterna, la que nunca se ha ido ni se irá, la de casino provinciano, de caspa, tristeza y visión cortísima. Nada nuevo, sólo comprobar que el ciclo vuelve, sin remisión, en su espiral infinita.

Es tiempo de mirar a lo lejos, limpiar las plumas, comprar tinta y cuadernos, y salir a la calle, al monte, a la luz de las tarde otoño, a las plazas donde los niños aún pasan en bicicleta y te dan las buenas tardes. Es tiempo de romper los moldes, de estar aquí o allí, de hacer o de ver pasar. Pero el miedo para los cobardes. El águila no lo sabe, pero acabará muriendo en un cepo, envenenada, electrocutada, tiroteada… o libre un invierno de nieves entre las cumbres de aquella línea azul donde se apoya, al norte, este cielo donde navegan la tarde hilos blancos y ultrafinos de arañas voladoras. La vida es eso.
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